No tengo uno propio, pero cuando quiero tengo muchos. Comienza chiquito y delicado. Termina siendo grande, duro y muy, muy venoso. Su tibia miel espesa y blanquecina me fascina. Succionarla de su recipiente, recibirla en mis manos, beberla dentro de una bolsita, o bien, que se mantenga dentro de mi vientre hacen que mis labios resulten satisfechos. Todo ello, complace todo mi ser.
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